La cultura de la especulación tiene sus malformaciones que terminan degradando la capacidad del individuo y de la sociedad que lo contiene. No es impropio esperar que el futuro inmediato o mediato premie las acciones. Lo que es improcedente es que esas acciones se limiten a una mera apuesta a si los precios de ciertos bienes van a subir o bajar en función del rumor del éxito o del fracaso de otros.
Cuando todo un ordenamiento de creación, trabajo, y producción está condicionado a una jugada constante, fundada en fugaces datos, o en entrar y salir a tiempo del mercado de cambios, la Bolsa, adquisiciones o ventas a término, la riqueza de un país no se acrecienta en general; haciéndolo únicamente la que pertenece a un pequeño grupo de iniciados. Puede crecer la renta de algunos individuos, pero no la del promedio de la sociedad.
Cuando se hacen pronósticos sobre lo que vendrá, casi todos hablan de la relación peso-dólar, de las posibilidades positivas o negativas de la balanza comercial, de la influencia del déficit, o no, de la balanza de pagos, etc. ¿Cuáles son los cursos de acción que realmente siguen los denominados factores de poder para incrementar la productividad, la eficiencia, la producción?
Quedan aún resabios en nuestra sociedad de la época en que los créditos para las empresas, disfrazadamente servían para reequipamiento personal de sus directivos, como ser inmuebles de descanso o vehículos de recreo. Durante años ha estado institucionalizado el fraude moral entre bancos prestamistas y empresas prestanombres que, en ocultos vasos comunicantes, trasvasaban fondos y garantías que comprometían a unos y otros.
Durante años se habló del crédito barato que la misma inflación pagaba. Quienes así decían tomaban nada más que un solo factor que intervenía en el costo del dinero: el interés. No computaban en su ensueño otros elementos que sumados llegaban a duplicarlo o triplicarlo. Las comisiones por habilitación del crédito, por cauciones o registraciones, por cobranzas, por sobregiros, los punitorios y penalidades, etc. Por último, y no menos importante, los gastos de agasajo a los gerentes y directores financieros, que festejan su cumpleaños, como las vedettes, por lo menos cada trimestre.
Por lo tanto hay un solo pronóstico de cumplimiento ineludible: sólo aquellos que se perfeccionan en su forma de producir, comercializar y prestar servicios, sobrevivirán y crecerán en un mundo que se está transformando rápidamente. Un mundo que está en algo impensado, quizás hasta contradictorio: una revolución silenciosa.
Quiénes quieran tener funciones protagónicas, en sus distintos niveles, tienen que proyectarse en planes realistas a tres años por lo menos, con ejecución parcialmente escalonada y reinversión permanente de utilidades para poder crecer a través de la capitalización.
Se me puede preguntar quizás ¿y para la coyuntura? Para ella tener una capacidad de movimiento tan rápida que supere a la sombra. Y no se crea que ser más rápido que la sombra es una pretensión imposible en materia de velocidad de reacción. La inteligencia bien aplicada es mucho más veloz que cualquier movimiento.

Carlos Besanson

Publicado en el Diario del Viajero nº 296, del 30 de diciembre de 1992